El transporte ha sido a lo largo de la historia, una necesidad humana, las personas se vieron en la necesidad de desplazarse por distintas razones como obtener alimentos (cazar, pescar, recolectar frutos y vegetales), comunicarse con otras personas (enviar correo, hacer negocios, etc.) del mismo modo que necesitaron transporte para investigar, explorar, explotar y habitar nuevas y lejanas regiones. Las características físicas del ser humano son el principal motivo por el cual el transporte terrestre fue siempre el más utilizado. En un comienzo las personas solo se trasladaban caminando, con el transcurso del tiempo se fueron domesticando animales para ganadería y transporte de personas y de mercancías. Más tarde aparecieron los trineos y carruajes para transportar mercancías mucho más rápida y cómodamente.

En el siglo XIX se construían carreteras de tierra quitando las hierbas, malezas y árboles de los senderos que utilizaban los nativos, sin embargo la mayoría de estas carreteras se tornaban imposibles de transitar en épocas de malas condiciones climáticas. El transporte terrestre no mostró demasiados cambios sino hasta 1820, cuando el ingeniero de origen británico, George Stephenson invento la locomotora a vapor, dando inicio a la era del ferrocarril.

Cuando se desarrollaron los primeros motores de combustión, fue cuando el transporte terrestre tomo verdadero protagonismo. Los motores de vapor o gasolina brindaron la fuerza y velocidad necesaria para alcanzar grandes distancias en mucho menos tiempo que antes. Luego de la aparición del tren (los de locomotoras a vapor) aparecieron los vehículos con motor de combustión interna (automóviles) dándole un protagonismo definitivo al transporte terrestre. El transporte terrestre mejoró considerablemente a partir de mediados del siglo veinte, siendo en la actualidad el sistema de carreteras el más importante en la mayor parte de los países del mundo e incluso se construyeron grandes autopistas que comunican varios países y atraviesan enormes distancias, así nació el transporte por carreteras.

         Los transportes urbanos más comunes son el ferrocarril metropolitano, los ferrocarriles subterráneos y los autobuses, estos últimos trasladan menor cantidad de personas que los primeros, pero aun así son los más utilizados, por el hecho de no precisar de una estación para detenerse y cuentan con una red mucho más extensa. También surgen consecuencias negativas en el trasporte terrestre, ya que tanto la fabricación como el uso masivo de los vehículos de combustión generan altos niveles de contaminación provocada por los gases y demás sustancias toxicas que liberan en la atmósfera, del mismo modo que se destruyen grandes áreas de bosques y selvas para la construcción de autopistas o ferrocarriles. Además el transporte terrestre tiene la constante necesidad de energía para que los vehículos funcionen, lo cual trae como consecuencia la sobreexplotación y subsiguiente agotamiento de los recursos naturales tales como el petróleo y sus derivados.

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